jueves, 8 de septiembre de 2011

Un lugar llamado Dólar

El articulo de Andres Campos en El Viajero de El Pais, en relacion al pueblo de Dolar, pueblo de la comarca donde se encuentra Complejo La Tala Casas Cueva, es divertido, ameno y didactico, si lo lee le entran ganas a uno de conocer el sitio. se puede leer en el siguiente enlace
http://elviajero.elpais.com/articulo/viajes/lugar/llamado/Dolar/elpviavia/20110604elpviavje_3/Tes

Reproduciendo integra del articulo: "Yendo por la autovía de Granada a Almería, justo a mitad de camino, se ven dos cosas que llaman mucho la atención. ¿Más que las 2.000 casas cueva de Guadix? Más. ¿Más que la central termosolar Andasol, en Aldeire, y su millón y medio de metros cuadrados (como 210 campos de fútbol) de espejos cilíndrico-parabólicos? Más aún.
Una es el castillo rojo de La Calahorra, que brilla como un ascua sobre el lienzo verde de Sierra Nevada y que, con sus torreones cilíndricos cubiertos con cúpulas, semeja un observatorio astronómico medieval, suponiendo que en tal época los hubiera. Y el otro es un pueblo que, según los letreros, se llama Dólar. Puede que en el mundo haya castillos parecidos al de La Calahorra, porque, aunque muchos, no los hemos visto todos; pero pueblos que se llamen como la famosa moneda, solo uno. Palabra de Internet.
El castillo de La Calahorra fue construido a principios del siglo XVI sobre una fortaleza árabe preexistente por Rodrigo de Vivar y Mendoza, marqués del Zenete, al que siempre se recordará por sus demasías y por haber traído antes que nadie los nuevos aires del Renacimiento a España, de lo cual son testigos las escalinatas, galerías y artesonados palaciegos que aquí obraron architetti y lavoratori lombardos y ligures importados ex profeso, porque los españoles aún andaban con el gótico.

Rapto en el convento

Es fama que el marqués lo hizo para su amor, María de Fonseca y Toledo, con la que se casó en secreto cuando ella tenía 15 años, de la que lo divorciaron a la fuerza y con la que volvió a unirse, ya para siempre, después de salir de la cárcel y raptarla del convento de las Huelgas de Valladolid. Quizá por eso, los recién casados de la comarca lo usan como fondo para sus fotos de boda, las que se ponen al final del álbum, con luz de anochecer.
Nido de amor era, sí. Pero también de águila señorial que avizoraba y rapiñaba los ocho pueblos del Zenete, el Sened que los Reyes Católicos habían dado al padre del marqués, el famoso cardenal Mendoza, por ayudarles a conquistar Granada. Ocho pueblos que aún hoy conservan su enrevesada traza moruna y un paisaje de verdores bien regados y castaños como los de Huéneja, que no los abrazan ocho hombres juntos.
Saliendo de La Calahorra por la carretera que sube al puerto de la Ragua, enseguida aparece un desvío que conduce a Dólar, un lugar cuyo curioso nombre nadie se explica, porque aquí solo han circulado euros, pesetas, reales y, antes de eso, doblas moriscas. Se han sugerido etimologías para todos los gustos, hasta íberas. A nosotros nos parece, sin ser lingüistas, solo con mirar un mapa, que a los moros del Sened y de la vecina Alpujarra les gustaba llamar a sus pueblos con llanas acabadas en erre: Escúllar, Válor, Ugíjar, Yátor, Cádiar, Canjáyar... El gentilicio es todavía más curioso: doloríos.
En la plaza del Ayuntamiento se conservan los baños de época nazarí, que según nos cuenta un anciano dolorío (gentilicio, no achaque) se utilizaban en sus años mozos como calabozo, o al menos a él le metieron allí una noche por haber sustraído unas habas de un habar. Y en el vecino cerro queda un muñón del castillo árabe, desde donde se ve el pueblo como un Nacimiento. Antes de llegar a Dólar está Ferreira, cuya alcazaba, rehabilitada en 2007, alberga el Centro de Interpretación de la Arquitectura Árabe.
De La Calahorra sale otra carretera que lleva a Alquife. Al subir al cerrete que hay a la espalda de este pueblo, descubrimos las ruinas de un castillo moro, otro más (¡tantos hubo como aldeas!), pero también el paisaje marciano de unas minas de hierro que, trabajadas desde tiempos remotos, han teñido de óxido rojo toda la comarca, lo cual explica el encendido color de la fortaleza del marqués. En el centro de la explotación, clausurada en 1996, hay un gigantesco pozo a cielo abierto, escalonado, como una pirámide de Keops invertida, que al no drenarse en 15 años se ha convertido en una laguna azul-cobalto de tres kilómetros largos de contorno y 200 metros de profundidad. Es un lugar que maravilla y, al mismo tiempo, da miedo, de ensueño y de pesadilla.
En el siguiente pueblo, Lanteira, nos aseguran que Aníbal extraía allí la plata con que pagaba a sus ejércitos. Todo pudiera ser. También dicen, para que no haya duda de la riqueza histórica del subsuelo lanteirano, que su nombre viene de argentaria (de plata, en latín). Están tan orgullosos de él que lo han escrito con grandes letras en la ladera, como Hollywood. El rótulo se ve saliendo hacia Jérez (con acento), que es el último pueblo de la ruta y el más bello del Marquesado, con su típico caserío morisco apiñado como una colmena junto al Barranco (con mayúscula). En Jérez arranca el llamado Sendero Solidario El Avión, que es el camino por el que los vecinos subieron a rescatar a los 24 ocupantes de un aparato militar estadounidense de transporte que se estrelló el 8 de marzo de 1960 en el paraje Paratas de Chorreras Negras, a 2.408 metros de altura. Gracias a la blanda nieve y a la rápida intervención de los jerezanos, no hubo víctimas mortales. El Ejército estadounidense, agradecido, donó los valiosos restos del avión al pueblo. Fue una lluvia de dólares. Dólares americanos, para variar.

No hay comentarios: